Las elecciones municipales de 2016 estaban a punto de producirse cuando nuestro grupo realizó las primeras reivindicaciones.
Antes de las elecciones, contactamos con los partidos candidatos y les preguntamos cuáles eran sus planes en relación a la asistencia sanitaria para todas las personas, no solo para algunas. Los partidos que ahora forman el gobierno municipal respondieron de manera positiva aunque con cierta inconcreción. Prometieron que subsanarían los vacíos legales.
Tras las elecciones, la coalición ganadora Roja-Roja-Verde declaró la intención de instaurar algún tipo de asistencia sanitaria anónima en su acuerdo de coalición. Debido a que no se acordaron medidas concretas, el consejo de asuntos sanitarios, asistenciales y sociales creó una mesa redonda con organizaciones civiles para recopilar información sobre posibles estrategias para conseguir la asistencia sanitaria anónima.
Estuvimos presentes en una mesa redonda secundaria donde se recabaron experiencias de personas directamente afectadas por la carencia de cobertura sanitaria. En un primer momento, la conversación se centró en lo que no se podía hacer. Algunas nos sentimos paralizadas debido a la complejidad del asunto, aunque tras reflexionar sobre el tema y sobre las cosas que no se podían hacer, decidimos dar un paso atrás y repensarlo todo.
¿Cómo era posible que la política estuviera tan marcada por limitaciones imprecisas y obstáculos abstractos? Algo fallaba si no éramos capaces de presionar para conseguir el máximo posible desde el principio y nos retirábamos antes de que la batalla comenzara.
Se nos presentó una barricada tecnócrata, pero decidimos sortearla por los lados. Contactamos con todas las asistentes a ambas mesas redondas y con organizaciones que podrían estar interesadas en el tema para contarles la propuesta que habíamos desarrollado. Criticamos las limitaciones que se habían creado y propusimos soluciones alternativas, además de compartir los resultados de nuestro estudio sobre las personas que necesitan asistencia sanitaria anónima.
A pesar de que no llegamos todo lo lejos que nos hubiera gustado, conseguimos influir en las negociaciones y crear conciencia sobre los problemas que la asistencia sanitaria anónima podría acarrear si no se planificaba bien. Tras la preocupación inicial de entrar en terreno de tecnócratas, ahora podemos asegurar que una alianza de personas comunes y corrientes puede generar su propia cartera de propuestas.
Esto es lo que se decidió:
- Se debe ofrecer una tarjeta sanitaria anónima o, como alternativa, un “Krankenschein” de un trimestre de duración. Un Krankenschein es un pase que permite a los posibles pacientes recurrir a los proveedores sanitarios y se suelen conceder según cada caso individual. Cuando se concede en base a un caso/enfermedad concreto, el tratamiento médico se retrasa y se crea una traba innecesaria para quien necesita asistencia sanitaria.
- Para aplicar esta solución es vital que el proyecto cuente con financiación abierta y flexible. No se dispone de una cifra o predicción fiable de cuánta gente necesitará la asistencia sanitaria anónima en Berlín. Por eso no se puede pronosticar cuánto dinero exacto se necesitará. Además, si se optara por limitar la financiación, la organización que distribuye las tarjetas sanitarias/Krankenschein se vería controlada en extremo. Con anterioridad se ha demostrado que la posible denegación de la tarjeta/Schein sin un examen médico en profundidad es muy problemática. Flüchtlingsrat Berlin, la campaña “Sanidad para Refugiadas” (Gesundheit für Geflüchtete) y la red “EQUAL” de la Universidad de Osnabrück han documentado durante años los problemas que ha causado a las personas refugiadas la distribución de una Krankenschein basada en casos individuales con financiación limitada.
- Las personas necesitan cobertura sanitaria según la regulación de los seguros médicos alemanes (Regelversorgung) sin la limitación de §4 und §6 AsylbLG. La exclusión de enfermedades crónicas y psicológicas no está basada en ningún razonamiento médico. Intentar que la gente abandone el país a través de la denegación de la cobertura sanitaria básica atenta contra el derecho fundamental a la sanidad y causa injusticias muy graves entre la ciudadanía.
- Debe existir un sistema de permisos liberal, ya que las personas ilegalizadas suelen carecer de los papeles que demuestran su estatus. Además, el programa debe cubrir no solo a las personas ilegalizadas sino también a refugiadas europeas (como las comunidades sinti y roma) que se suelen excluir del sistema sanitario, así como a personas alemanas que se han quedado descolgadas del sistema. Las personas refugiadas con cobertura sanitaria limitada a causa del §4 und §6 AsylbLG deben tener derecho a usar la cobertura anónima para problemas de salud que quedan excluidos de su seguro.
- La distribución debe correr a cargo de una institución no gubernamental que esté previamente relacionada con las comunidades que usarán el sistema. Las personas usuarias del sistema se deben incluir en el proceso de implementación. Se debe poner en marcha un comité asesor de forma que se desarrolle un sistema funcional que incluya las experiencias de las personas afectadas.
- La traducción oral (interpretación) es un elemento vital para la consecución de tratamientos satisfactorios y se debe incluir en el plan financiero del proyecto.
- Se designarán recursos financieros para la sensibilización del personal sanitario. Nuestra investigación mostraba que en algunas situaciones el racismo, los problemas de comunicación y los distintos enfoques culturales médicos habían causado conflictos cuya consecuencia es la privación del tratamiento que las personas requieren. Sensibilizar al personal sanitario sobre estos problemas sería una manera sencilla de resolver el asunto. En este contexto, se debería hacer hincapié en los problemas concretos que las personas refugiadas pueden sufrir, como el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- El proyecto debe incluir una campaña informativa destinada a aquellas que accederán a la cobertura sanitaria. Algunos proyectos similares en otras ciudades encontraron difícil divulgar quién debía recibir qué tipo de cobertura a través de la asistencia sanitaria anónima.
¿Engloba este plan todas las necesidades? No. ¿Es un buen comienzo? Sí. ¿Ya podemos recoger e irnos a casa? Rotundamente no. Gracias a la presión que Solidarity City y otras organizaciones han ejercido, el gobierno se ha visto obligado a rellenar los vacíos existentes. Si no hubiéramos estado ahí, no solo ejerciendo presión sino reivindicando lo que creemos resolverá el problema, ¿de dónde habría salido la solución?
Ahora es el momento más crucial de todos. A principios de septiembre, la ciudad de Berlín debatirá su plan presupuestario. Ni siquiera la mejor propuesta de todas con el mayor número de partidarios se podría hacer realidad sin una financiación decente. Si no seguimos ejerciendo presión y movilizando a la gente, ¿quién nos garantiza que esta propuesta, ya debilitada, no caerá en saco roto?
Por eso debemos ir un paso más allá, seguir reclamando nuestras reivindicaciones y continuar con la lucha con más fuerza si cabe.